Irene
Diana: ¿Ya
te vas? –Dijo asombrada Diana.
Irene: Claro, son las doce, y hace mucho calor. –Dije poniéndose las gafas de sol.
Diana: Ten cuidado Irene, nosotros iremos en 20 minutos.
Irene: Vale, ¡Hasta luego!
Cerré
la puerta, y fui andando hasta la pequeña playa que había a menos de 10 metros.
Eran
las doce de la mañana pero ya picaba el sol, no me quería imaginar como se
estaría a las tres de la tarde, aunque tampoco lo iba a comprobar. Tengo la
piel muy blanca y sería una locura.
En
menos de 5 minutos estaba en la orilla de la playa. Apenas había gente, tan
sólo niños jugando con el balón y una chica intentado no mojarse el pelo en el
agua.
Me
hacía gracia toda las caras que ponía en su intento de mantenerlo seco.
Yo
fui buscando un sitio donde no me molestará nadie.
Extendí
la toalla y coloque la mochila al lado. Viendo el calor que hacía no me quedaba
más remedio que ir a darme un chapuzón.
Escondí
la Blackberry en la mochila al igual que el mp4. Y me fui hasta la orilla,
donde me metí en el agua poco a poco, porque estaba un poco fría.
Mientras
que me iba adentrando sentía como se me ponía le piel de gallina, estaba muy
fría. Y vi de refilón una cosa blanca redonda. Y cuando fijé más la vista vi
que era un pendiente.
Y
mientras lo contemplaba escuchaba de fondo a una chica.
X: ¡Mierda de olas! ¡Mierda de todo! - Decía a voces.
Veía como se acercaba a mí.
X: ¡Hola! ¿Tú has visto un pendiente
redondo blanco? – Decía mientras mantenía su mirada en las olas.
Irene: ¿Puede ser este? –Le enseñe el
pendiente.
X: ¡SI! ¡Muchas gracias!
Irene: De nada, me lo he encontrado ahora
mismo –Reí
X: Mierda de olas, encima me he
mojado el pelo. –Decía indignada.
Irene: Hazte una coleta, como hago yo.
X: Te haré caso ¿Tienes una goma?
Irene: Que va, pero tengo horquillas.
¿Quieres?
X:Me vendrá bien igualmente.
Irene: Pues están en la mochila….
X:¿Te acompaño? –Me preguntó.
Irene: Claro.
Salimos del agua a trompicones,
porque las olas se estaban volviendo más fuertes y golpeaban con mayor fuerza.
Irene: ¡Toma! –Le di unas cuantas.
X: Gracias en serio. –Empezó a colocarse las horquillas
por todo el pelo de forma que le quedará recogido.
Irene: De nada para eso estamos –Reí
X: ¿Eres de aquí? –Preguntó curiosa.
Irene: No, soy de Sevilla. Estoy de vacaciones.
X: Ah, ya sé quien eres. ¿Vienes todos los años
verdad?
Irene: Exacto, pero siempre estoy en casa, me aburro
mucho. –Dije lo más sincera que pude
X: ¿Sí? Pues mira, hoy hay fiesta aquí en la playa
¿Te vienes conmigo? –Me propuso.
Irene: ¿Hoy? Es que no sé…
X: Venga, si tampoco no vas hacer nada mejor.
Irene: Bueno pues vale –Acepté al final.
X: Estupendo, pues mira quedamos en la fuente de
allí –Señalo con el dedo
Irene: ¿A que hora?
X: A las diez y media ¿Te parece bien?
Irene: Estupendo…
X: Ah, por cierto me llamo Bibiana. –Se acercó
hacía mi y me dio dos besos.
Irene: Yo soy Irene, encantada. –Le sonreí
Bibiana: Bueno pues guapa, me tengo que ir a recoger
algunas cosas, ya nos vemos esta noche ¿Ok?
Irene: Sí si, ¡hasta luego! –Le despedí con la mano
Pues la verdad es que tampoco tenía
muchas ganas de ir, pero no quería hacerle un feo a la chica.
Sonreí al recordarla maldiciendo a
las olas, se nota que esa chica está un poco… un poco loca por así decirlo.
Esperó haberle caído bien, aunque
tampoco hemos hablado tanto.
Marcos: ¡IRENE! –Me giré y vi a Marcos bajar la rampa.
Irene: ¿Qué pasa? –Pregunte inquieta.
Marcos: Tu hermana, que dice que vayas que tenéis que ir a
comprar comida.
Irene: ¿Y porque no vas tu con ella? –Dije a la
defensiva.
Marcos: Pues porque yo me vengo a bañarme, así que ve
para casa.
Se acercó a mi y me acarició la mejilla.
Yo le devolví la miraba más pasota que tenia. Y justo después recogí mis cosas
y me marche para casa.
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