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domingo, 27 de mayo de 2012

Capitulo 16.



[Irene]

Para cambiar la rutina del día Diana, mi querida hermana, me levanto a las diez y media porque necesitaba hablar urgentemente con alguien. Obviamente iba a ser mi madre la elegida sino yo.

Diana: Esto es algo, que llevo pensándolo mucho tiempo, y está más que re-pensado.
Irene: ¿Qué pasa?
Diana: Creo qué, ya no quiero a Marcos.
Irene: ¿Qué?
Diana: Desde hace ya tiempo, estamos muy separados, no hacemos nada juntos y yo para estar así no estoy.
Irene: Pues díselo, porque a lo mejor él te quiere mucho, y le vas hacer mucho daño como te pares más.
Diana: Eso es lo que haré ahora mismo, pero antes quería contártelo a ti, porque desde que venimos aquí apenas hemos tenido tiempo para hablar de nuestras cosas, y eso no me gusta.
Irene: Ya…
Diana: Cuéntame, porque sé que tienes cosas. Me vayas a decir que no, que se cuando mientes.
Irene: No me hagas esto por favor.
Diana: Te puedo ayudar, no me desprecies.
Irene: Está bien.
Diana: Tengo todo el tiempo del mundo.
Irene: Empiezo del principio. El día que me fui sola a la playa conocí a Bibiana, ella me invito a salir por la noche con sus amigas, me presentó a otra chica que se llama Nerea, que es la que vino el otro día, y  también me presentó a un chico, Alan. Pero este tenía novia, Carla.
Al principio a mi no me gustaba, era guapo y tal, pero nada del otro mundo, otro día. –Me cortó.
Diana: Resumen.
Irene: Nos conocimos mejor, a mis amigas les caía mal su ex novia, el día de la fiesta esa que vino Nerea, me iba a ir con un chico, vino Alan le partió la cara, me trajo aquí, ya me gustaba del día de antes, me dijo que también le gustaba y total, que lo dejo con Carla, salí con él, vino ella le pegue una hostia, y fue cuando me doble la mano.
Empezamos a salir y ayer me enfade con él porque estaba tonteando con nenas de menos edad y resulta que me puse ciega a cubatas y porros.
Diana: ¿Pretendes que me crea eso?
Irene al ver que su hermana no le creía le dio la ropa del día anterior que apestaba a porro y alcohol y eso si que confirmaba lo que había dicho anteriormente.

Diana: Madre mía, que movidon.
Irene: Gracias, no había deducido yo eso en toda la noche.
Diana: Tienes resaca y aún sigues con ironías y sacarmos.
Irene: Gracias, en serio.
Diana: Ve y le pides perdón ya. Pedazo de chico que te has apañado.
Irene: Oye, deja a Alan tranquilo.
Diana: No suelo quitarle el novio a mi hermana.
Irene: Eso espero, bueno el tema es que me pase, le dije muchas cosas malas.
Diana: Lo que sentías, nada más que la verdad.
Irene: Pero es que yo lo quiero.
Diana: Joder, una cosa esta clara, le hiciste daño por él y él por ti. Ve y le pides perdón y me voy, porque te recuerdo que tengo que dejarlo con Marcos…
Irene: ¿Te lo has pensado mejor?
Diana: Mucho, Irene, mucho, y es lo mejor.
Dicho esto salió por la puerta. Y yo me quede con cara de no saber que hacer, así que lo mejor es ducharme otra vez y despejarme.
No pienso tardar mucho porque ayer por la noche me duche…

[Abajo en la puerta]

Sonó el timbre y Blanca la madre de Irene fue abrir a ver quién era.
Blanca: Hombre Alan, que sorpresa.
Alan: Sí, es que Nerea me ha dado el móvil de Irene, que se lo dejo en casa de Bibiana.
Blanca: Ah, vale, pues gracias, espera que la llamó.
Alan: Ah, no hace falta, tome. Y hasta luego.
Blanca: Vale, ¡Hasta luego!
Blanca cerró la puerta y vio como Irene se dirigía hacía ella.
Blanca: Alan te ha traído el móvil
Irene: ¿Se ha ido?
Blanca: Ahora mismo.
Irene: A ver si esta, es que no se a que hora han quedado.
Diana sonrió y se fue en busca de Marcos.

Mientras que Irene salió rápido y vió a Alan a lo lejos, justo se estaba yendo andando así que a correr un poco.
En nada de tiempo llegó y se puso a su lado.
Irene: Tengo que hablar contigo –Respiró hondo para recuperarse.
Alan: Creo que anoche me lo dejaste todo claro, bonita.
Irene: Pues sí y no, guapo.
Alan: Pues habla, que tengo que ir a corre, bonita.
Irene: Pues que si te dije eso, era porque estaba celosa de las demás simplemente y llanamente, guapo.
Estos adjetivos iban acompañados de un tono un tanto más alto que la frase.
Alan: Pues muy mal, porque resulta que a quién quiero es a ti, y no a ningún niñata que lo único que quiere es que me líe con ella para fardar de rollo.
Irene: Ya –Antes de decir lo que quería Alan le corto.
Alan: Bonita, que se  me ha olvidado decirlo antes.
Irene: Nunca he estado con ningún chico, y es normal sentir celos.
Alan: Muy normal.
Irene: Pues eso, que lo siento.
Alan: Vale, pues ale hasta luego.
Alan siguió para delante y dejo a Irene abatida sin saber que hacer o que decir.
Irene: Alan…
Este se dio la vuelta y le miró.
Alan: Las disculpas quedan aceptadas, pero si de verdad lo sientes las cosas se desmuestran con hechos.
Dicho estos e marchó y dejo a Irene sin palabras y en el suelo, porque estaban cansada.
Se fu de nuevo para casa y allí vio como Diana hablaba con Marcos, pobres.
Cogí dinero y me fui para una pastelería tenía que comer algún pastel o dulce. Me hacen falta.
Anduve durante al menos 20 minutos y cuando ya me canse pregunté.
Irene: Oiga señora, ¿Sabe usted donde hay pastelería?
X: Sí giré en esa calle, y baje, y cuando llegué al final, en la segunda a la derecha y de frente ya la tienes.
Irene: Vale gracias.
X: De nada chica.

Irene no se había enterado de mucho sólo de girar en la calle y bajar, así que venga, después preguntaré.
Hizo todo y de nuevo, pregunto. Le volvieron a decir por donde ir, y esta vez llegó.
Irene: Buenos días. –Entró en la tienda, que no había nadie.
Irene: ¿Hola?
Se asomó una mujer mayor.
X: Un momento, que ya mismo le atendemos.
Irene: Vale.
Empezó a ver todos los dulces y bollitos de chocolate que había, se le caía la baba.
Irene: Que pinta tienes –Dijo mientras mirada un dulce con los ojos muy abiertos.
X: Gracias ya me lo habían dicho antes.
Del susto que se llevo dio un respingo.
Irene: Dios que susto.
X: Bueno pues entonces no tengo tan buena pinta cuando te he asustado.
Irene: Ah…
X: ¿Bueno supongo que no vienes para darme ninguna rosa, ni ningun poema no?
Irene: Eh, no…, para comprar dulces…
X: Vaya chasco, bueno ¿Qué quieres?
Irene: Ese dulce de ahí, y ese, otro, y aquel del fondo, y ese de ahí detrás del de antes.
X: Espero que no te lo comas todos tu, porque sería una lastima que te salieron michelines…
Irene: Pues entonces bienvenido michelines…
X: Uh, ¿Malas notas? –Dijo mientras colocaba todos los dulces.
Irene: Mal de amores. ¿Cuánto es?
X: Cinco con cincuenta.
Irene: Toma.
X: ¿Eres de aquí? Nunca te he visto, y eso que voy poco a las clases bachiller..
Irene: No, estoy de vacaciones.
X: Ah, bueno pues me llamó Jorge. Si algún día te aburres o sigues teniendo mal de amores o malas notas me avisas.
Irene: Yo soy Irene. Y bueno pues esta tarde me tiraré toda corriendo, ya que a las cuatro no hay nadie en la playa.
Jorge: Pobre…, bueno pues encantado. –Salió de detrás del mostrador y se acercó a darme dos besos.
Irene: Me tengo que ir, hasta otro bajón.
Jorge: Adiós y gracias.
Me marché de la pastelería por donde volví y de camino me comí casi todos los dulces.
Esta tarde me tocaba correr.
Pero de vuelta a casa pensé a en Jorge, alto, piel asi de tono normal, ojos marrones y el pelo hacía arriba como lo solían llevar todos los chicos, muy guapo, pero… Alan.
¿Qué iba a hacer?

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